Hace unos días volvimos a El Puerto de Santa María. Teníamos la intención, tanto Taruganga como yo, de llevarle un cuadro a Siluís, "Er mushasho de Jeré". Tan centrados estábamos en llevarle el cuadro –y no en tomarnos unos finos en rama-, que se nos olvidó la obra de arte. La cuestión es que cuando se tiene amigos de verdad, no sólo te perdonan el olvido, sino que, encima, te invitan a comer. ¡Con dos cojones! Y nos fuimos a Puerto Real, a "La Taberna del Puerto", justo enfrente del polideportivo. Para picar, almejas en salsa, gambas y bocas de La Isla. Estuvimos dudando de pedir un salmonete para enhebrar, pero su descomunal tamaño –casi 800 gramos- nos hizo desistir. De papeo, potente fritura de dorada salvaje de la bahía, puntillitas y choco de los de verdad. "Er mushasho de Jeré", que es de morro fino, se pidió un lenguado que quitaba el hipo. Perfecto en su punto de cocción. Para regar el gaznate, "Tierra blanca", un vinito blanco de uvas Palomino, que se deja beber. De remate, café y vodka con caramelo, que diga lo que diga el jerezano es una "mariconada muy rica".
Al día siguiente, la tradicional jornada gastronómica doméstica. Paseíllo por el mercado de El Puerto y vuelta al ruedo y ocho orejas –las de Taruganga, las de "Er mushasho de Jeré" –que, todo sea dicho, juega de puta pena al tenis en la Wii-, las del MamelukoconKa y las de éste gigante. La faena; para picar, "Aseituna gordale" y copita de fino –que para eso estamos en el triángulo de oro-, "Cañaílla cosía, con su poquita mayonesa", seguido de "Ensalá de tomate pelao y sebolleta morá" y "Caramale de ansuelo con su picaíta de aseite der güeno, ajo y perejil". Para beber, más Tierra blanca, y de postre, "¡Ay, yo ya no pueo má, ay, yo no!
Y para que así conste, firmo la presente con los afotos que les he mostrado, y que dedico a Rousmeri –a sus pies mileidi-, en tal sitio, a tantos del mes tal, del tal y tal.